Aprendizaje y miedo la columna del infante y su colaboración al miedo

Pensando el Violín | Violín y mente
12 de mayo de 2021

Este sería un pequeño “racimo” de hipótesis:

  1. Todo lo que fue aprendido con displacer preocupación u otro sentimiento negativo generaría en el momento de su incorporación a nuestro bagaje de conocimientos una «equis» cuota de miedo.
  2. En general esto sucede al enfrentarse a algo nuevo y como tal desconocido. Posible generador de miedo.
  3. La concentración y energía de un bebé de aproximadamente 4 a 6 meses se concentra en el esfuerzo de comenzar a mantener solo la verticalidad.

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Es posible que esa remota infancia sea el período en que incorporamos uno de los sentimientos más importantes que diferencia al hombre de sus antecesores: la verticalidad.
Verticalidad a la que luego y socialmente sobre todo el sexo masculino se le imprimirá aun mayor importancia al unirse a los conceptos de

– Crecimiento
– Ereccion
– Ser el pilar o sostén de la familia o grupo en que se actúe
– Elevación religiosa «hacia lo alto”
– Y tantos otros

Desde el punto de vista médico o incluso sicológico podría ser interesante detectar estos miedos y sus consecuencias.

Pero desde nuestro (quizás más modesto) observatorio violinístico no alcanza con detectarlos. Es necesario localizarlos y eliminarlos (o al menos minimizarlos) para evitar que en sus apariciones bloqueen ciertas capacidades.

.Quizás es por eso que tomar conciencia de las tensiones de nuestra espalda y el trabajo de relajaciòn de sus mùsculos (principalmente los que flanquean la columna) produce un control de los movimientos y un aumento en la calidad de sonido realmente notables. ¿Por qué?
Porque se desbloquearía –y aquí volvemos a hipotetizar- uno de los lugares (quizás el principal) donde se escondió el miedo.

Es posible que al generarse en tiempos muy lejanos ese “núcleo de miedo” quedó depositado en algún misterioso rincón de la compleja cadena neuromuscular.

De acuerdo a la intensidad o importancia del miedo original podrían variar sus huellas: consecuencias de corto plazo o un miedo permanente definitivo.
También habría diferentes «calidades» o «dimensiones» del miedo.

Cabria también preguntarse si todo proceso de aprendizaje al enfrentarse a algo nuevo y por lo tanto desconocido no genera automàticamente algo de miedo.
Y este se reconecta con el lugar físico que fue depositario en el cuerpo de ese miedo primero.

Para superar esto el primer paso consiste en aceptar que sea posible.
Luego autoobservarse y localizar esos núcleos de tensión. Un trabajo consciente de respiración y relajación ya sea sin tocar o luego durante la ejecución se hace imprescindible.

Resumiendo: aun cuando se detecte que algo aparentemente inofensivo provoca miedo ( por ejemplo un cambio de posición un sencillo cambio de cuerdas un pasaje del repertorio etc.) sería muy difícil (si no imposible) desactivar completamente esa tensión si está conectada con algo tan profundo como es aquel miedo a enfrentar algo nuevo que originalmente lo produjo

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