En la palma se depositan históricamente mayores sensibilidad, habilidad y por lo tanto experiencia que en las yemas de los dedos. Su función es generalmente más abarcativa y profunda. Para los diestros la palma derecha es fundamental. En situaciones de expresar afecto acariciamos sobre todo con la palma. Aferramos con ella, y con los dedos que se apoyen en ella.
Y sin embargo poco la desarrollamos conscientemente en nuestra labor instrumental.
Los golpes de arco son objeto de una especial atención, sea la escuela que sea. Cuando se habla de su realización mecánica (o “técnica” según, dudosamente, se acostumbra a explicar) nos centramos en las funciones de las articulaciones: muñeca, codo, antebrazo, papel de los dedos y su función ya sea como amortiguador u otros recursos. Domina un concepto general eminentemente mecanicista y no principalmente sensible. Parecería ilógico, a la luz de tanta memoria ancestral acumulada en la palma y no en la (dudosa) memoria de las articulaciones.
En el desarrollo de las destrezas dee brazo y mano izquierdas las cosas no andan mucho mejor. Codo, antebrazo, muñeca, dedos etc. Y se deja librada a la casualidad en ina función muy secundaria, a la palma.
Quizás habría una línea investigativa de enorme potencial si aplicáramos esta idea para las diferentes “situaciones” del arco, hasta poder acentuar, cantar o frasear principalmente con la palma. Y por contraposición convendría no descuidar totalmente, como es habitual, el dorso.
Cuando hablamos de la palma debemos extebder la sensación desarrollada a las caras internas de los dedos y no sólo a las yemas o articulaciones.