La memoria 1

19 de abril de 2021

Tradicionalmente se habla de que hay muchos tipos de memoria que ayudan en la ejecución de un instrumento: la auditiva la visual la manual (o propioceptiva) la intelectual. Me inclino más bien a pensar en distintas formas de una misma capacidad de almacenar experiencias (la memoria) que a separarlas en «diferentes» tipos como es habitual. El ideal es que esas formas se conjuguen para crear el fenómeno musical. Lo que quiero destacar es la enorme importancia de acostumbrar lo antes posible al alumno a memorizar lo que está aprendiendo.

Salvo raras excepciones la memoria visual (o la parte de la memoria que apela a la vista) es quizás la menos importante para tocar un instrumento2. Y el hacer depender al alumno de los signos escritos en una partitura significa una traba que más adelante será muy difícil (o imposible) superar. El alumno debe establecer directamente la conexión entre lo que oye y la sensación física (en dedos manos brazos en el cuerpo todo) que produce esos sonidos hasta transformar estos dos elementos en una misma cosa. El proceso de oír un sonido e imitarlo está en la esencia del aprendizaje no sólo de todos los idiomas sino de todas las canciones infantiles que han cantado todos los seres humanos en todas las épocas (al menos desde que el ser humano canta). El agregar una etapa intelectual de «decodificación» para intelectualizar un signo y transformarlo en movimientos que dan por resultado equis sonidos es un cambio a veces necesario pero muchísimo más largo e imperfecto.

Me explico. Algún científico aventuró una vez una teoría: si un niño naciese en una sociedad en que todas las personas tocan el violín y lo hacen constantemente; si desde la cuna escuchara y viera tocar violín con la misma frecuencia con que escucha hablar a su familia; si en vez de cantarle canciones o dirigirle palabras de irle enseñando poco a poco sonidos su madre le repitiera sonidos violinísticos…el niño aprendería a tocar por imitación como aprende a hablar. A los 3 años tendría un repertorio infantil de «palabras violinísticas» que no olvidaría jamás y se irían desarrollando y enriqueciendo con el paso del tiempo.

Más allá de una idea semejante – que parecería tomada de una novela de ciencia ficción- pensemos que nadie aprendió a hablar mirando signos (letras) y recibiendo explicaciones de dónde o cómo debía colocar o mover su lengua para producir ciertos sonidos. Y sin embargo es aproximadamente así que aprendemos a tocar un instrumento. Es comprensible que el resultado no sea siempre de lo mejor…

Más allá de una idea semejante – que parecería tomada de una novela de ciencia ficción- pensemos que nadie aprendió a hablar mirando signos (letras) y recibiendo explicaciones de dónde o cómo debía colocar o mover su lengua para producir ciertos sonidos. Y sin embargo es aproximadamente así que aprendemos a tocar un instrumento. Es comprensible que el resultado no sea siempre de lo mejor…

Este camino elimina el proceso de:

  1. 1) Mirar un signo (una nota)
  2. Interpretar (recordar) qué significa
  3. Enviar las órdenes (al principio no siempre correctas) a las manos para que lo realicen.
  4. Mover las manos de acuerdo a la orden recibida para que realicen la orden emitida (al principio confusamente)
  5. Controlar con el oído si el resultado es satisfactorio…

Por el contrario experimenten pidiendo al alumno que imite un sonido (sonidos sencillos notas sueltas en distintos registros del instrumento) y verán que si tiene oído suficiente y un mínimo de desarrollo instrumental. Las soluciones surgen mucho más rápidamente. Por ejemplo:

EJEMPLO MUSICAL Nº 29

Se comprenderá que un alumno medianamente entrenado en imitar los estímulos propuestos por su maestro encontrará mucho más fácilmente el camino que si piensa en dedos dinámicas posiciones cuerdas digitaciones y todo lo que implica el andamiaje instrumental.

Esto se obtiene solamente si desde el principio se acostumbra al alumno a escuchar lo que toca sin leer: a aprender a memorizar lo más rápidamente todo lo que toca.
No que hablar que de esta forma estamos ayudándole a superar uno de los miedos futuros más frecuentes: el de los olvidos o baches en medio de una ejecución.

Por último una reflexión: ¿Cuántos músicos populares de todo tipo y nivel han visto tocar (o cantar) y a cuántos les han visto olvidar lo que tocaban? . Y por el contrario ¿qué pasa en los conservatorios?.Piénsenlo y mediten sobre si el tocar «de memoria» no es simplemente…tocar «de oído».

Quien toca de oído rara vez o nunca olvida lo que toca. Pero para tocar de oído … hay que tocar de memoria.

1 – Aunque toco este tema en el Libro Nº 5 no deben pensar que recién ahora los alumnos deben comenzar a ejercitar la memoria. Por lógica los maestros no esperarán a que el alumno haya terminado con el material del módulo 4 para recién informarse sobre lo que harán en el 5. De modo que entiendo que los conceptos de los 6 libros serán manejados desde un principio por los maestros.

2 – Abundan ejemplos de instrumentistas ciegos. No conozco ninguno de instrumentistas sordos. Si bien se puede aducir que el músico más famoso de la historia (Beethoven) murió sordo no debemos olvidar que su sordera total se verificó recién en sus años de madurez.

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